Las circunstancias me abruman No hay remedio Aún más lejos, aún más cerca los ojos del otro Viene lastre con los fantasmas de tiempos muertos Siempre fui un solitario Un experto en ocultar las cosas con la casualidad Otra vez a encontrarse con el pasado Con la daga y las inseguridades que no dejan dormir Y también mucho miedo por saber que ya todo esto no tiene remedio
Dos espíritus libres con aire apagado deciden formar la hiedra. La enredadera de vertientes. El fuego que te consume por dentro. Los dos muriéndose, pero juntos. El continuo reflejo del otro en las pupilas. De almas libertinas a almas maduras. Conociéndose uno a otro hasta el rincón más profundo de su ser. Toma toda esta libertad y hazla tuya. Quémala, destrúyela. Ahora somos uno.